Hemos comido…en Los Raqueros no pudimos resistirnos a la tentación de volver en tan breve espacio de tiempo, y esta vez de celebración.

Antes de comenzar con los entrantes nos sirvieron un aperitivo de bienvenida consistente en unas tostas con jamón, queso fresco y pimientos, muy sabrosas. Me queda especial recuendo del sabor de los piemientos, muy buenos. Decidimos pedir un vino distinto por lo que nos pusieron en contacto con el sumiller. Queríamos un blanco suave, y  no nos decidíamos entre algo del Penedés, algún alemán o un tinerfeño. Para nuestra sorpresa descubrimos que El Grifo, bodega tinerfeña es una de las más antiguas de España, y que elabora unos blancos basados en uva malvasía, de lo mas suaves y ricos. Al final optamos por El Grifo, y al modo de ver de los comensales fue todo un acierto. 

Éramos tres a comer. Decidimos repetir algunos platos, pues son de temporada y nos encantaron. Comenzamos compartiendo tres racciones, unas alcachofas confitadas, no podia ser de otra manera, dado el rotundo exito de las anteriores y su disposición estacional, seguían como las recordabamos, imponentes. Un carpaccio muy bueno, esta vez de carne, con unas lascas de queso parmesano, a los tres nos gustó. Y para terminar con los entrantes unos percebes, pequeñucos pero muy bien hechos y repletos de sabor. El cominenzo perfecto.

De segundo yo opté por solomillo a la brasa, a mí me gusta un poco más del punto, cosa que me peguntaron a la hora de tomar nota y tal me lo sirvieron, acompañado de unas patatas muy bien hechas y de unos pimientos prefectamente hechos con unos ajitos, la carne perfecta de maceración y de muy buena calidad. 

Otro de los comensales repitió  timbal de rabo de toro, acompañado de un queso de cabra en sus interiores. Un bocado intenso y a la vez meloso, con la sorpresa  del queso de cabra en el interior. Todo con una textura muy agradable y coronado por unas nueces. De guarnición unas patatas fritas, pocas y de gran tamaño, con excelente presentación.

El tercer comensal tomó una ración de rodaballo a la plancha acompañado de patatitas paja y una teja con verduras. Un trozo grande de rodaballo con el punto exacto que se indicó  a la hora de pedir, muy dorado por fuera y jugoso por dentro. El pescado era de gran tamaño, lo que permitía poder dar ese punto a la ración.

De postre compartimos dos raciones entre los tres. Tarta horneada de queso acompañado de helado de frambuesa, muy rica. Y espuma de tofe sobre sopa de maracuyá y lágrimas de chocolate amargo, una mezcla de sabores muy diferentes e intensos que encajaban muy bién. A destacar el puntito amargo de la espuma de tofe. Para acompañar los postres una copa de cava.

Como celebrábamos un cumpleaños tuvieron el detalle de ponernos antes del café unos bocaditos italianos de  almendra de diferentes colores, con una velita del mismo color sobre cada uno.

En fin, que nos hemos vuelto a quedar con ganas de repetir. Entre otras cosas por la profesionalidad que demuestran en el trato, la presentación de los platos, la buena cocina y las ganas de agradar.

Restaurante Los Raqueros Santander

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