Hemos Comido…en Pico Casares, de camino a Brañavieja, un lugar que llevo visitando desde jovencito y que sigue igual.
Acercarse a Pico Casares es saber de primera mano que vas a participar de un menú contundente, un menú de montaña.
Cocina en el interior y brasa en la calle, es que hay ciertas elaboraciones que si no estan a la brasa no son lo mismo.
Vino y casera, siempre es bienvenido, el calimocho de los 60 y 70 igual no os acordais todos pero para que hagais un poco de memoria. No hay Casera, pues nos vamos.
Nos esperaba Félix con un menú degustación de cuchara con mayúsculas, donde pudimos tomar un cacillo de cada y quien pudiera con más que repitiera. ¿Quién dijo miedo? Ojo que yo repetí de más de uno.
Comenzamos con una sopa de menudillos de pollo, algo que no veía en el mapa desde hace décadas y que me trajo muchos gratos recuerdos. Bien cargada de pasta, como me gusta, y con el grato sabor a ave que le caracteriza, bien desgrasada, deliciosa.
El siguiente, unas patatas con costilla un fondo muy gratificante, buena patata de la zona y una carne que se deshacía y aportaba un buen sabor al guiso, otra cuchara de lo más gratificante.
Mi favorito y del que repetí, garbanzos con oreja. Buenísimo fondo de verduras y garbanzo justo de cocción, sin pellejos, con el acertado sabor que le aporta la oreja y el chorizo. Un pedazo guiso con su buen compango.
Para terminar el desfile guisandero con un cocido montañés. Suave, sin excesos grasos, con bien de berza y una buena alubia en su punto, otro buen compañero de viaje.
Para terminar la fiesta nos dividimos en dos segundos. Unos tomaron el lomo de la casa a la brasa que les gustó a todos. Un buen lomo con sabor justo de punto y con un ligero y agradable aliño. Todos alabamos las patatas fritas que acompañaban a estos segundos, unas buenas patatas y bien fritas, una elaboración que se está perdiendo en favor de basuras congeladas y similares, y eso es algo que no deberíamos permitir.
Las manos resultaron todo un acierto, perfectas de cocción, bien limpias y con una salsa para rechupetearse los dedos, añadido a todo lo anterior el aliciente de las gratificantes patatas fritas antes mencionadas.
De postre flan de queso para todos.
Todo sigue inmutable en el tiempo en Pico Casares desde que subía a Brañavieja, hasta hoy poco ha cambiado y eso es algo de agradecer, pero no se te olvide reservar, hoy como siempre estaba hasta la bandera.
Felix no cambies.