Hemos Comido…en El Puente en La Cavada, llegué a comer justo el último día ya que se jubilan sus dueños.
Octubre 2015. Pues como os lo digo, la última comida que sirven en El Puente es mi primera comida en este lugar, y al final resultó un sitio de lo más recomendable con un excelente ambiente y una cocina gaditana cien por cien. Aún sin haberlo conocido a fondo voy a sentir este cierre.
Es de los restaurantes que dicen ser andaluces y de verdad que lo son, en concreto gaditano, singular por su decoración y más aún por su dueño, todo un embajador del caracter gaditano, alegre y risueño.
Y en Cadiz no queda más remedio que tomar un Barbadillo. Castillo de San Diego es un icono para la bodega y un referente a nivel nacional. Floral, afrutado, color amarillo con reflejos verdosos. Nariz sabrosa, de fruta madura con notas cítricas. Recuerdos muy vivos de uva palomino. Indicado para la comida que teníamos en mente.
Nada más sentarnos me reconoció una pareja de seguidores de facebook, habituales del local, consternados por su inmimente cierre, con quienes estuvimos hablando prácticamente toda la comida. Ellos estaban tomando el famoso arroz con bogabante que elaboraban en este lugar y nos permitieron hacer una foto y probar una cucharada. Doy fe de que todas las buenas referencias del arroz son verdaderas y aquí os dejo la foto para que la disfruteis. También os dejo una foto del mejunje que te preparan con el caldo del arroz, algo también inolvidable.
Comenzamos con unas gambas cocidas, al puro estilo gaditano, con la sal gorda cubriéndolas y todavía calientes, justas de punto, sabrosas y jugosas.
Seguimos con unos langostinos a la sal. Si no los sacas rápido del recipiente se siguen haciendo y terminan hechos en demasía. Así que los sacamos, aunque hubo que esperar un rato pues estaban ardiendo. Buenísimos.
Y para terminar unas coquinas con esa salsa resultado de anadir limón, un poco de ajo y un poco de perejil. Sobresalientes, como pipas, te pones a comer y nunca acabas, ¡que buenas!
Para terminar costilla guisada. Un guiso más normalito pero de excelente sabor, las patatas también artesanas. Fin de comida perfecto.
No hubo postre, pero sí un cafe de puchero, la verdad que muy a mi gusto.
El precio de la comida 50€ los dos comensales, tuvimos que rascarnos los bolsillo pues no tenían lector de tarjetas.
Diría lo de volveré, pero va a ser imposible.