Hemos Comido…en Hipódromo, vuelta al cabo de mucho tiempo, nos acercamos tres amigos a disfrutar de una cena entre semana.
Marzo 2014. La cena coincidía con las Jornadas de la Merluza, por lo que algunos de los platos fueron de estas jornadas. Las instalaciones del Hipódromo siguen siendo de las mejores que puede gozar un establecimiento dedicado a la hostelería, una terraza amplia más una carpa con aspecto de jardin, un amplio comedor, una barra y taberna de grandes proporciones y un privado para unos quince comensales. Todo enmarcado en un ambiente clásico y muy cuidado.
El Hipódromo de Bellavista se inaugura bajo el alto patronato de S.M. el Rey el domingo 2 de septiembre de 1917 con la disputa de 5 carreras honradas con la presencia de la Familia Real. El 21 de agosto de 1921 se produce el cierre del Hipódromo no sin haber repartido ese año 200.350 pts. en premios tras disputar 35 carreras y 7 de obstáculos con 220 y 26 caballos respectivamente.
Desde la última ocasión en que visité este lugar ha habido un profundo cambio en la cocina y en la carta, centrandose en una oferta más tradicional y de mercado, a la vez que ofertando diferentes jornadas a lo largo del año.
La cena fue compartiendo raciones entre los tres comensales. Comenzamos muy a la santanderina, con una rabas. Unas excelentes rabas de magano, muy bien fritas, justas de punto, bien escurriditas, unas buenas y ricas rabas.
Otra de las raciones iniciales fueron unas anchoas de Santoña, de buen tamaño y buena factura, acompañadas de un excelente aceite de oliva.
Dentro de estas raciones iniciales continuamos con dos raciones de fritos. Unas mollejas empanadas, crujientes y sabrosas de gran calidad. Y unas buenísimas croquetas de centollo, con una bechamel líquida y sabrosa, un excelente aroma y sabor a centollo acompañado de gran cantidad de tozos, buenísimas croquetas. Con las croquetas te sirven un pequeño coctel de centollo bañado en la típica salsa rosa, tambien muy bueno. No es mi manera preferida de comer el centollo, pero sí que estaba bueno.
Toda la comida la acompañamos de un Cantos de Valpiedra de 2009, un vino de Viña Bujanda, la apuesta de futuro, Finca Valpiedra. Elaborado exclusivamente con la variedad más tradicional de La Rioja, el Tempranillo, Cantos de Valpiedra se presenta como un vino moderno e innovador. Un Rioja tinto fresco y frutal, en un excelente momento para beber; un tempranillo que nace de un suelo lleno de cantos rodados.
Y comenzamos con lo que yo entendería como la segunda parte de la comida, aunque como dije antes compartimos todas las raciones. Unas cocochas de merluza, aunque la merluza no me gusta nada le tengo una fobia increible, (supongo que debido a que mi padre fue inspector de pesqueros durante veinte años y era el pescado que había casi todos los días en casa). Las cocochas de merluza y las huevas me encantan, y como querían probar algo de las jornadas decidieron tomar cocochas y otra ración de merluza que luego veremos. Las cocochas estaban de vicio, con una gelatinosa salsa verde y un excelente sabor, muy buenas y recomendables.
Seguimos con un tataki de atún. El atún es algo que me vuelve loco y en esta preparación todavía más, acompañadon la racion soja y wasabi como debe de ser. La elaboración no fue al completo de mi gusto, para mí estaba demasiado hecho, pero bueno estaba comestible.
Continuamos con un bacalao al pil pil buenísimo. Una salsa consistente de pilpil con el característico sabor a aceite y ajo y un pequeño toque de guindilla. Una buena tajada de bacalao y una muy buena elaboración. Con el bacalao tomamos una merluza a la calabresa, de la cual solo puedo opinar sobre la salsa que la acompañaba. Esta receta fue escrita en 1914 por Ignacio Doménech, autor y editor culinario.
Ignacio Domenech simboliza la modernidad en la cocina española desde finales del siglo XIX. De formación europea, sorprende la importancia de transmitir los conocimientos profesionales y lo hará de tres formas: la realización práctica de menús, la enseñanza, para lo que crea la primera escuela de cocina, y la edición de textos. Como editor mantendrá durante cuarenta años la revista El Gorro Blanco, al tiempo que publica gran cantidad de libros ilustrados por los mejores dibujantes del momento.
Lo único que puedo deciros es que la salsa calabresa de esta receta estaba muy buena.
Una vez terminado el apartado salado pasamos a los postres, donde tomamos unos helados de elaboración propia, muy buenos y una tarta de queso al horno también excelente.
Tras el postre unas copas premium que dos gin tonic y un cuba libre.
En resumen, se nota una gran mejoría en lo referente a la elaboración de las viandas desde la última visita. El sitio sigue como siempre, un lugar de lo más atrayente y cuidado con diferentes espacios para disfrutar. Por cierto, no se lo que costó la cena pues pagó uno de los otros comensales.
Avda Faro s/n 39012 Santander 942393433