Hemos Comido…En El Comité, situado en el local anteriormente conocido como Fausto, todo un nuevo descubrimiento.
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Ocupando el lugar que dejó bacante Fausto aparece en la escena gastronómica santanderina El Comité. Al frente el Chef Gerardo Berciano, con una clara apuesta por la calidad y una oferta diferente a la mayoría de la existente en nuestra ciudad, una cocina de mercado muy cuidada y meditada.
El local, que mantiene la estructura anterior pero cambiando los colores, apuesta por un toque minimalista e íntimo. Un lugar para celebrar esa cena romántica fuera del bullicio de otro tipo de locales. O esa reunión de negocios que requiere un ambiente tranquilo. Un local discreto, bonito y alejado del bullicio.
Septiembre 2013. Nos acercamos a última hora de la tarde, sobre las nueve, pero para nuestro asombro ya había una mesa al completo cenando. Ya veo que por una vez no soy el primero. Enseguida nos atentió el encargado de la sala, nos presentó una carta no muy extensa pero con la particularidad de ofertar todos los platos en medias raciones, algo que a mi en particular me encanta y que te permite ampliar el número de platos a degustar.
Nos explican los arroces y resulta que estos son distintos a la oferta habitual, decidimos encargar de segundo plato un arroz. Mientras esperamos los primeros nos sirven un tapenade de aceituna negra. El tapenade es un condimento típico provenzal que consiste en aceitunas negras machacadas finamente junto con alcaparras, anchoas y aceite de oliva. Puede llevar también ajo, hierbas diversas, atún, etc. Su nombre proviene de la palabra provenzal «tapéno», que en castellano significa «tápenas» o «alcaparras». También puede ser de aceitunas verdes y de tomates secos. Este venía acompañado de un pan de cristal. A la vez nos sirven el pan con el que vamos a cenar, en este caso un pan de origen francés. El tapenade está buenisimo, lo que me empieza a confirmar que este local es de lo más prometedor.
Como comíamos en la ciudad y no hacía falta conducir un vehículo, tomamos un Stallmann-Hiestand Riesling Spätlese Trocken 2012. Un vino blanco con crianza, uva riesling con toda la fuerza de una cosecha tardía, madurado durante 5 meses en tinas de roble. El vino acompaño perfectamente durante la cena y el precio estaba muy ajustado, catorce euros.
No éramos capaces de decidirnos así que pedimos consejo al cocinero, que nos recomendó las croquetas, tomamos media. Yo no soy muy estusiasta de este frito, pero insistió tanto que creí que mercían la pena y tomamos dos medias raciones de croquetas. La primeras de marisco. SORPRESA, algo delicioso, con olor a centollo y sabor a lo mismo, una bechamel muy poco solida y muy trabajada. Vaya si merecía la pena la croqueta, creo que es algo recomendable.
Si las primeras croquetas nos sorpendieron, las segundas fueron aún más sorpresivas, croquetas de compagno. Al abrirlas notas un auténtico olor a cocido, y al probarlas también imprera el sabor suave a morcilla de año, una bechamel igual que la de los anteriores y un sabor supremo. Croquetas recomendables, sería una pena que te las perdieras si visitas este restaurante.
Continuamos con un pulpo braseado con patata violeta. Una nueva versión de un pulpo a la gallega. Pimentón, una gota de aceite de oliva virgen, patata violeta. Un excelente sabor a brasa, una textura diferente a lo que nos tiene acostumbrado este cefalópodo y una generosa ración, muy bueno.
Una de las sorpresas de la noche: el steak tartare. El filete tártaro (en francés steak tartare) o tartar es un plato de carne que se elabora con carne picada cruda. La referencia más conocida, y la que dio fama a esta forma de preparar carne fue la de Julio Verne en 1875 en su novela Miguel Strogoff. La receta más antigua conservada de filete tártaro figura en el Diccionario Larousse Gastronómico de Prosper Montagné, edición de 1938.
A diferencia de otros steak tartare, en este la carne estaba picada a cuchillo. Se le notaba un excelente sabor a aceite de oliva virgen y ciertas notas a alcaparras, mostaza y poco más. Exquisito. Sabor a carne con sutiles toques, sin duda el mejor que he tomado hasta la fecha. Absolutamente recomendable.
Y para terminar un arroz meloso de erizos y calamares. Mi primer arroz con erizos. El arroz perfecto, ni duro ni pasado, justo en su punto. El sabor buenísimo, los erizos le añaden un apreciable sabor a mar y unos toques de magano. Una auténtica delicia, de los mejores arroces que he probado.
De postre tarta de manzana ácida. Singular tarta con una ligera base y finas capas de manzana con un recubrimento de azucar glass (el azucar glass es un tipo de azúcar que se caracteriza por estar pulverizado o molido a tamaño de polvo), acompañada de una bolita de helado de mantecado. Un buen término de velada.
En resumen, el lugar se ha convertido en mi preferido para arroces. Todas las demás raciones resultaron distintas a lo habitual. El servicio resultó de lo más amable y predispuesto. El precio bueno, dentro de lo esperado, en vinos un precio contenido. Me gustó mucho la posibilidad de tomar medias raciones de practicamente todo lo que hay en la carta. El precio final resultó alto, pero los precios nos estan disparados, también pedimos más de lo habitual y esta vez hubo vino de por medio. En breve volvemos seguro.