Hemos Comido…en Potes, en El Cenador del Capitán Palacio, el restaurante más céntrico de la capital lebaniega, pegado al puente sobre el río Quiviesa por un lado y por el otro a la famosa Torre del Infantado.
Noviembre 2013. La entrada al edifico con aspecto de leñera y fotografías en color sepia nos advierte de lo distinto del lugar al que vamos a entrar, un lugar pintoresco con una decoración caóticamente cuidada.
En el primer piso nos encontramos con el Scriptorium, un lugar donde tomar un vino o una botella y en breve donde fumarte un buen habano, es de los mismos dueños que el restaurante y puede ser un inicio o fin de comida de lo más atrayente, cuenta con una extensa bodega donde puedes comparar vinos y llevártelo a casa o degustarlo en el mismo lugar sobre la marcha, también existe la posibilidad de bajarte alguna racioncita del restaurante para acompañar al vino.
El término scriptorium, literalmente «un lugar para escribir», se usa habitualmente para referirse a la habitación de los monasterios de la Europa medieval dedicada a la copia de manuscritos por parte de los escribas monásticos. No obstante, múltiples indicios (tanto documentales como arqueológicos) parecen indicar que tales habitaciones fueron muy poco frecuentes; la mayor parte de la escritura monástica se habría realizado en una especie de cubículos que existían en los claustros o en las propias celdas de los monjes. Por lo demás, las referencias especializadas suelen aludir en la actualidad con el término scriptoria a la producción escrita de un monasterio, y no a unas habitaciones.
En la actualidad, la Torre del Infantado es la sede de la casa consistorial de la villa. Su construccion se atribuye a la familia Lama, fue construida en el siglo XIV. Perteneció a Don Tello, Señor de Liébana, hermano del rey Enrique II, e hijo de Alfonso XI. A partir del siglo XVI, y tras una serie de enfrentamientos por la posesión del señorío, fue casa solar de Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, y de sus descendientes, la casa ducal del Infantado. Finalmente quedaría en manos de los Duques de Osuna, quienes la vendieron en 1868.
Como podeis observar en las fotos el aspecto del desván es el que debe de tener un desván, un lugar al que van a parar objetos de diferentes procedencias que se van almacenado por que no queremos deshacernos de ellos, vamos, por nostalgia.
El comedor dispone de un mirador desde donde puedes observar el centro de Potes, vamos que como estés solo es un lugar donde puedes pasar un buen rato viendo el ir y venir de las gentes por la capital lebaniega.
El Cenador del Capitán ganó el primer premio del Concurso de Cocido Lebaniego en la edicion 2012, una merecida distinción, que ya tuvimos ocasión de probar en la visita anterior, dejando bien claro la calidad de esta cocido tan típico de la zona.
Comenzamos con una ensalada de qeso fresco con anchoas y pimientos. Buena. Los pimientos riquísimos.
Se comió cocido lebaniego, estaba de menú del día (menú del peregrino, se llamaba) 15€, bueno y abundante. Garbanzos con callos, generosa ración y según Guille estaban buenos.
Bacalao con tomate. Quizás demasiado hecho y seco por dentro.
De postre canónigos, el postre más típico de la región. Té del puerto. El vino de la zona de uva mencía. Total 64€ tres comensales. El sitio es agradable, la decoración muy interesante, buena atención. Recomendable