Desde el verano pasado no volvíamos por El Baruco de Anero, tanto tiempo sin hacer una visita a Fonso no puede ser, así que lo enmendamos rápidamente.
Septiembre 2015. A la luz de la luna llena y en la terraza cenamos con una temperatura propia del trópico, con una ligera brisa del nordeste, el toque justo para hacer una noche perfecta.
Comenzamos con el aperitivo típico de El Baruco, un humus o puré de garbanzo acompañado de nachos, aceite de oliva y pimentón de la vera, estupendo como suele ser habitual en casa de Fonso.
Continuamos con un tartar de bonito con aguacate y mostaza. Básicamante bonito, con pocos añadidos, delicioso, generosa ración, bonito recién pescado y recién troceado.
Éramos dos comensales y mi acompañante tomó una lubina a la sal acompañada de unas patatas panaderas, tenía un aspecto buenísimo y según el comensal lo estaba.
Yo me pasé al apartado carnívoro con una chuleta de buen tamaño y mejor sabor, maduración perfecta y textura también, carne de calidad, muy recomendable.
En los postres el inexcusable yogourt que siempre toma mi acompañante, del que no se cansa nunca.
Yo tomé bizcocho de chocolate y helado, los dos siguiendo la corriente de toda la cena, muy buenos.
Fonso no abandona la línea con la cual inició el negocio, compra diaria en el mercado, mucha calidad y como dice él: mucho amor en la cocina. Un lugar de sobresaliente.
Por el Mule