Hemos Comido…en la Nuncia en Cueto, a punto de celebrar el centenario de su apertura.
Octubre 2013. «La historia de La Nuncia es la historia de Cueto», dice su propietaria Mariángeles. Este comedor santanderino a la antigua abrió sus puertas en 1914 y atesora un montón de recuerdos entre sus paredes. Era el antiguo centro de ocio del pueblo (ultramarinos, bolera, bailes…) y por él pasaron personajes históricos como Camilo José Cela o Toneti, ambos clientes habituales.
La Nuncia era uno de los dos lugares que solíamos frecuentar en Cueto desde que sacamos el carnet de conducir, el otro era Las Hijas en la curva de subida a Cueto donde hoye esta la rotonda de los Agustinos. Digo Las Hijas por que no recuerdo de quien eran hijas y me viene a la cabeza Florencio, pero estas hijas estan en el Paseo Pereda.
Es la segunda ocasión en lo que va de año que me acerco a La Nuncia. La primera fue una rápida toma de contacto, donde no tenía prácticamente nada para hacer un post, pues estaba buscando datos acerca de los asadores de pescado en Cueto y La Nuncia no cumplía con los requisitos, pero en esta ocasión a mi padre le apetecía acercarse de comida familiar y así hicimos.
Éramos seis comensales. Comenzamos compartiendo unas raciones. Una ensalada, donde no hay nada que destacar a excepción de la salsa «rosa» que estaba muy acertada de sabor, un tomate decente (este año no ha habido tomate bueno en ninguna parte) y una serie de componentes sumamente picados donde era difícil distinguir a cada uno de ellos. Coronado de una gran cantidad de reducción, o lo que fuera, de vinagre de Módena, que tan de moda esta últimamente.
Continuamos con unas rabas de magano, que resultaron muy de mi agrado. Justamente hechas, entremezclada rabas y cuerpos, unos pocos aros de cebolla, algo que me encanta cuando esta en su medida. Como en este caso, no como en otros sitios que hay cantidad de cebolla y pocos maganos. Unas buena rabas de magano.
Gambas a la plancha. La típica gamba «pipa» de tamaño pequeño de las que empiezas a comer y no paras hasta que te has comido un «carretao» de ellas. «Pipas» también por la sal que las acompaña, a mí me gustan bastante, hace ya tiempo compraba un cucurucho de ellas en la Marisquería Acuario cocidas y me daba un paseo comiéndolas. También la conocemos como la gamba arrocera, pues se usa para hacer arroz, aporta sabor.
Continuamos con unas croquetas de jamón. Las croquetas no me suelen llamar la atención, muy especiales han de ser para que me gusten. Estas croquetas eran de jamón y dejaban un resabor a rancio del tocino, la besamel no estaba cuidada en su elaboración, la típica besamel rápida con cantidad de harina para que se mantenga en su sitio y poco batida. Vamos, que no fueron excesivamente de mí agrado.
Y comenzamos con los segundos. Dos de los comensales se decidieron por los maganos, parece que les gustaron las rabas y decidieron seguir con el mismo cefalópodo. Unos a la plancha con cebolla y pimiento, muy buenos según el comensal y que le costó acabar la ración debido a su hermoso tamaño. Y otro de los comensales que los tomó guisados, de estos sí que probé yo pues no pudo acabarlos, buenos de sabor, una hermosa ración también como la anterior.
Los otros cuatro comensales decidimos terminar con chuletón a la piedra, más bien al barro. Resultó una elección buenísima, la carne estaba expectacular y comimos los cuatro del chuletón hasta terminar con el hambre. Unas buenas patatas fritas acompañaban a la carne y un pimiento verde frito, recomendable la ración.
En resumen, un lugar informal para tomar unas raciones, unos blancos o unos vermuts mañaneros, acompañados de unas buenas rabas. Las raciones tienen sus altibajos, pero en general está bien y sí que hubo cosas muy buenas: rabas, maganos y chuletón. Del precio no puedo decir nada pues era una celebración y pagaba el celebrante.
Ah, se me olvidaba, al final tuve antojo de un vino dulce y lo único que tenían era un Sansón. Un vino quinado, de base, donde se adicionan mostos e infusiones de plantas aromatizadas, que le confieren unas características organolépticas distintas a cualquier otro vino. Este vino me devuelve a la infancia, también la quina Santa Catalina, que te daban de pequeño con una yema de huevo para fortalecer la salud.
Calle Arriba 67 Cueto 39012 942392195
Por El Mule