Hemos Comido…en Cucayo, en Vega de Liébana, subiendo por la ruta marcada por el río Frío, una zona natural y salvaje.
Abril 2016. El pueblo se agolpa al final de la carretera y a la entrada del pueblo está La Posada de Cucayo. Regentada por cuatro hermanos: Marisa, Tina, Aberto Y Ana. En Cucayo el visitante puede encontrar construcciones, gentes, costumbres, modos de vida, etc. genuinamente rurales. Los huéspedes de la posada podrán aprender y participar de tareas relacionadas con la ganadería, labranza y labores cotidianas.
Cucayo está enclavado en la Cordillera Cantábrica, entre dos bellezas naturales únicas: el Parque Nacional de Los Picos de Europa y el Parque Natural de Fuentes Carrionas. Esto lo convierte en un lugar privilegiado ideal para los amantes de la naturaleza donde podrás disfrutar de un sinfín de actividades.
Además, en diferentes puntos de la comarca de Liébana se pueden practicar distintos deportes de montaña (descenso de cañones, vías ferratas, escalada, espeleología, montañismo, mountain-bike, esquí de travesía, vuelos en parapente, rutas a caballo, etc.)
La Posada de Cucayo dispone de comedor donde se sirven comidas y cenas. Para estas últimas, el servicio es preferentemente para los huéspedes de La Posada. Para almuerzos/comidas el restaurante está abierto al público. Dado que es un comedor pequeño se ha de hacer reserva.
La carta está elaborada fundamentalmente con productos locales y cocina tradicional casera. La base fundamental de esta cocina es la calidad, dedicación y mimo aprendido desde niñas la tradición gastronómica transmitida por su madre. Es una comida preparada, en su mayoría, con productos de su granja (carne de ternera, de cerdo, huevos, etc.) y huertos, obedeciendo siempre a lo obtenido en las distintas estaciones del año.
Mención especial merece el cocido lebaniego preparado con cecina de oveja y carne del matacío.
Tomé un poco de cada, acompañando de un Picos de Cabariezo, un vino de la bodega Compañía Lebaniega de Vinos y Licores, un tinto de mencia, la uva caracteristica de la zona. Un vino con clara expresión del terruño que nos hace sentir orgullo de algo nacido en nuestra tierra.
En este trago descubrirmos las notas de hongo, fruta roja bien fresca, en boca goloso, un vino de expresion agreste como la tierra en la que nace.
Como os decía tome un poco de cada, pero lo que aparece son las raciones de los diferentes comensales que al verme sacar fotografías se animaron a que les fotografiara lo que habían pedido.
Yo tomé una tapita de callos, que estaban de vicio y eso que me advirtieron que la cocinera los hacía por primera vez. En cuanto tenga experiencia cambio de residencia, me voy a vivir a Cucayo para tenerlos bien a mano.
Uno de los comensales presentes pidió una ensalada (estos eran una pareja con pinta de ser habituales) ciertamente el aspecto era bueno y según ellos era algo que pedían habitualmente pues les gusta bastante.
El pan también merecía la pena, un pan de masa madre, de miga abigarrada pero esponjosa y corteza dura, el pan artesano de toda la vida.
Croquetas de la casa, esto lo tomó la misma pareja que la ensalada. Compartieron la ensalada y las croquetas, de las que eran habituales.
En el comedor coincidí con una pareja de malagueños, que tomaron unas alubias con chorizo, buenas según ellos.
Tomé de primero y para entonar, una sopa de gallina. Buena buena, con marcado sabor a esta ave, un sabor que no pasaba por mi boca desde hacía décadas y que me trae muchos recuerdos, de comidas en el pueblo, el caldo que te preparaban cuando estabas enfermo, etc…Muchos recuerdos de infancia. Muy bien hecha la pasta, justa de punto sin deshacerse, ausente de grasa, como debe de ser una buena sopita.
Los malageños tomaron una chuleta de ternera de la ganadería propia de la casa, acompañada de patatas artesanas, muy a su gusto. Yo la verdad es que soy más de carne vieja y más roja, pero para gustos se hicieron los colores.
Y mi plato principal, un plato combinado al estilo Cucaya: huevo frito de gallinas felices, boronos con manzana, filete de lomo de cerdo adobado de la matacío del lugar, patatas artesanas y lo que aquí llamaban torreznos y que yo conozco como panceta, aunque siempre tengo que pensar si es panceta o beicon.
La panceta es una porción de tocino o grasa mezclada con otra de fibra magra o carne. Lo que en España se conoce como bacon y en varias regiones de América latina como tocineta, no se trata más que de la panceta que ha sido sometida a un proceso de ahumado.
Los malagueños terminaron la comida con unos huevos fritos, tambien de gallinas felices, gallinas que andan sueltas por la finca de la posada y que estan picoteando todo lo que pillan.
La otra pareja terminó con un filete de ternera.
Y para el final a base de dulces tomé flan roto, buenísimo.
En las otras mesas tomaron arroz conn leche y tarta de queso.
El servicio resultó eficaz, comunicativo y muy agaradable. La comida única, donde departimos entre todas las mesas del comedor lo que hizo una comida amena y agradable. La visita merece la pena por el entorno y la gastronomía local.
Os dejo una tira con imágenes de la posada y alrededores.
Cucayo (Vega de Liébana) 39575 Cucayo 942736246