Casa Marañón: tertulias, soleras y viajes en el tiempo en Entrambasaguas

Hay lugares que no necesitan artificios para contar su historia. Basta cruzar el umbral de la Casa Marañón, en Entrambasaguas, para sentir que uno se adentra en un capítulo vivo de la memoria gastronómica y social de Cantabria. Conocida popularmente como la Casa del Blanco o De la Piedra, este establecimiento centenario fue mucho más que un bar: en los años cincuenta, en plena posguerra, se convirtió en escenario de una tertulia diaria inédita en España.

Casa Marañon

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La tertulia de la posguerra

Los vecinos más veteranos recuerdan cómo, cada tarde, se reunían allí intelectuales locales y forasteros para debatir sobre política, literatura, economía o simplemente la vida cotidiana. Aquella tertulia, nacida en un contexto de escasez y censura, funcionaba como un espacio de libertad y convivencia. No era un club elitista, sino un foro abierto donde la palabra circulaba con la misma naturalidad que el vino.

La barra que resiste

Casa Marañon

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Hoy la tertulia ya no existe, pero la barra sigue siendo el corazón del lugar. Allí se sirven vinos de solera, un término que merece explicación: la solera es un sistema de crianza en barricas centenarias, donde los vinos se mezclan de forma escalonada para mantener una calidad constante y un sabor profundo. En Casa Marañón se ofrecen dos versiones:

  • Vallisoletanos, más suaves y fáciles de beber.
  • Andaluces, con más potencia y carácter, ideales para quienes buscan un trago con nervio.

El ritual se completa con la frasca, esa jarra de vidrio donde el vino descansa antes de llegar al vaso. Un detalle que parece menor, pero que forma parte de la liturgia de beber en un lugar con historia.

Vermut y raciones improvisadas

Casa Marañon

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No todo es vino. También se puede disfrutar de un vermut de solera, servido con la misma naturalidad que si fuera un aperitivo de domingo. Y para acompañar, nada de cartas extensas ni menús diseñados por agencias: aquí las raciones se improvisan con lo que haya en el colmado. Queso, embutido, conservas… productos sencillos que, precisamente por su honestidad, saben mejor.

Viaje en el tiempo

Entrar en Casa Marañón es una experiencia sensorial y emocional. El suelo gastado, las barricas centenarias, la frasca sobre la barra y el murmullo de los clientes habituales crean la sensación de estar viajando atrás en el tiempo. En una época en la que la hostelería se llena de conceptos importados y decoraciones de catálogo, este lugar recuerda que la autenticidad no necesita maquillaje.

Casa Marañon

Conclusión

Casa Marañón no es solo un bar: es un testimonio de cómo la gastronomía y la sociabilidad se entrelazan para construir identidad. Aquí se bebe historia, se saborea tradición y se respira memoria. Un espacio que merece ser contado y visitado, porque quedan muy pocos sitios capaces de ofrecer, en cada sorbo, un viaje al pasado.

Por El Mule

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