La Guía Repsol ha vuelto a poner el foco en Cantabria con su última edición navideña de los “Soletes”, un distintivo que reconoce aquellos lugares que, más allá de la alta cocina, forman parte del paisaje emocional y gastronómico de la gente. Esta vez, la lluvia de galardones ha caído sobre espacios íntimamente ligados a la Navidad: obradores, pastelerías, confiterías y restaurantes que se convierten en parada obligada durante estas fechas.
Una novedad con sabor a tradición religiosa
La gran sorpresa de esta convocatoria es la incorporación, por primera vez en la región, de una repostería de carácter religioso: la Repostería Fina Santa Clara, gestionada por las hermanas clarisas en Villaverde de Pontones. Sus dulces artesanales, elaborados con paciencia monástica y recetas transmitidas de generación en generación, entran en el mapa nacional de Soletes como símbolo de autenticidad y espiritualidad gastronómica.
Con este reconocimiento, Cantabria suma ya 205 establecimientos con “Solete”, consolidando una red que ofrece hospitalidad y sabor tradicional en cada rincón.

Los nuevos nombres del dulce cántabro
Entre los diez locales distinguidos destacan:
- Las Hijas de Pedro (Cabezón de la Sal), maestras del hojaldre que llevan décadas manteniendo viva la memoria repostera de la comarca.
- María Luisa (Santa María de Cayón), un clásico que ha sabido sostener recetas tradicionales y colaborar con distintos locales de la provincia, siempre con la calidad como bandera.
- G. Torre (Santander), heredero de la mítica pastelería Fripsya, que recrea con mimo las elaboraciones que marcaron a varias generaciones santanderinas.
- Bollos del Mundo (Santander), un obrador que viaja por sabores internacionales y adapta sus especialidades a cada época del año.
- Áliva (Santander), ese lugar entrañable donde abuelos y nietos se reúnen frente a un chocolate caliente con churros, una merienda que sabe a infancia y tradición.
- Santos (Torrelavega), un clásico moderno convertido en parada habitual de los devotos del Hojaldre, la tarta mas deseada de la region.
El capítulo dulce se completa con la ya mencionada Santa Clara, que aporta un aire distinto y espiritual a la repostería navideña.
Cocina de montaña y sabores de invierno
La selección no se limita al azúcar. También se reconocen espacios donde la cocina de montaña y los platos de invierno son protagonistas:
- Restaurante Polaciones, en la localidad homónima, que conserva el espíritu de las antiguas casas de comida de montaña.
- Venta Pepín (Pesaguero), una parada histórica de diligencias entre Liébana y Palencia, hoy convertida en templo del cocido lebaniego y de carnes de ganadería propia.
- El Muelle, en el Barrio Pesquero de Santander, donde la tradición de los caracoles navideños cántabros encuentra su epicentro cada diciembre.
Más que un listado, un mapa emocional
Los “Soletes” no son solo una guía de lugares recomendados: son un mapa emocional de la gastronomía cotidiana, de esos espacios que construyen recuerdos y que, en Navidad, se convierten en refugio de sabores familiares. Cantabria, con sus 205 menciones, reafirma que la autenticidad y el respeto por la tradición son su mejor carta de presentación.
