Hemos Comido…en Burgos, en Cobo Vintage el nuevo emplazamiento de nuestro cocinero cántabro en el centro de la capital burgalesa.
Junio 2017. Miguel Cobo comienza a volar en solitario en el hotel-restaurante “El Vallés” que posee su familia en la localidad de Briviesca. Compite por ser “Mejor Cocinero de Castilla y León” en el año 2012. Concurso que acabaría ganando y que a su vez le permitió participar en el Bocuse D’Or 2013 en el que quedaría como subcampeón de España. Un año más tarde, participaría en la primera edición del prestigioso programa Top Chef en el cual pudo alcanzar la final de este concurso televisivo que tantas puertas le abrió y que le ha servido de catapulta.
En mayo del 2015, decide abrir este restaurante, Cobo Vintage, un a caballo entre Cantabria y Burgos, de una propuesta que procura conectar el mar Cantábrico, con los productos, la tierra y el recetario burgalés. Dos comarcas de gran personalidad gastronómica. El pasado 23 de noviembre del 2016, la guía Michelin decidió otorgarles una estrella Michelin.
La propuesta gastronómica gira alrededor de una carta no muy extensa. Dos menús degustación en los que tras unos de pequeños o snacks se puede elegir entre probar la versión más tradicional o más actual de Cobo Vintage.
Resulta buena apuesta decantarse por uno de los dos menús degustación, Páramo (en homenaje a ese Páramo de Masa que es nexo de unión de Burgos y Cantabria) o Tradición, ambos bien estructurados y de precios contenidos.
En Cobo Vintage, predomina el ambiente desenfadado, dotado de un servicio de sala joven formado por el Diego González, donde Migue hace realidad el propósito deconjugar cocina moderna creativa y la tradicional.
Dos comensales, uno de ellos celiaco, decidimos optar por la carta y como seguíamos camino a Santander la bebida quedó reflejada en un par de copas, mi acompañante una de Frizz Chyp Verdejo-Moscatel.
Yo tomé un copita de cava fresco, mejor imposible para un día tan caluroso como el que teníamos, un Terraprima Cava Reserva Brut, que no me entusiamó particularmente.
Me sirvieron tres tipos de pan diferentes para acompañar a la comida y al otro comensal pan para celiacos. Junto con el pan una mantequilla de anchoas.
Salmorejo, salmón marinado y jamón, muy pero que muy bueno.
Mi acompañante, emulsión de sardinas, le encantó el aperitivo.
Y comenzamos con el menú. Un steak tartar que no resultó de mi agrado, demasiado cítrico y demasiado pequeño el corte, también demasiado oxidada la carne aunque comestible. Muy poco de mi agrado. Dentro de la ración un pan con un tueste perfecto, fina lámina y crujiente lo justo, llegando en alguna de las láminas ni al dorado. Si no hubiera tenido el exceso de cítrico la diferencia habría sido notable.
Continuamos con los primeros, que por cierto compartimos servidos en raciones individuales. Un escabeche de perdiz, algo que a mi acompañante le entusiamó y a mi también, soy un enamorado de los escabeches y cuando están hechos con esta sutileza y aportan ligeros sabores a los básicos de la pieza el resultado es una maravilla. Tanto en pescados como en carnes los escabeches bien hechos son una bendición y doy fe que este te hacía saltar las lágrimas cuando se acababa.
De segundo yo tomé una paletilla de lechal, muy bien elaborada pero se me hizo ración exigua, quizás pensando en los clásicos cuartos de lechazo a los que soy habitual por estos lares. Elaboracion de diez y otra visión más contemporanea del lechazo, gran sabor.
Mi acompañante se acercó más al Cantábrico y tomó rape con cachón. Una ración donde se juntan dos de los grandes del mar, el rape, para mí uno de los pescados más ricos y el cachón, el cefalópodo que mejor se acoge a un guiso. Según el otro comensal indescriptiblemente bueno, encantada quedó.
De postre el otro comensal Bavaroise, muy de su agrado.
Yo tomé milhojas de chocolate con helado de mandarina, muy bueno también y diferente.
El restaurante tiene un precio muy contenido para ser un estrellado, una buena relación calidad precio, un servicio impecable y una buena bodega, de la que tuvimos ocasión de hojear en la carta y que no pudimos degustar debido a la conducción que nos quedaba y a estar restringuidos por los ofertado por copas.
El marco de la balanza se inclina a favor del restaurante, ha tenido un par de traspiés, pero son eso solamente eso, por lo que pude ver en las mesas todo llama la atención y la mayoría de los comensales lo conocían o eran conocidos, nosotros terminamos de comer a las 15:30 y en el local no cabía un alma, o sea que hacerlo lo hace bien.
Merced 19 09002 Burgos 947027581