Hemos Comido…en La Boya 14, siempre que paso por su homónima situada en la bahía hay algún ave marina posada en la parte superior, en la foto que preside el local también, es una de las boyas más clásicas de nuestra bahía.
Hay bastantes lazos que me unen a Astillero, uno como competidores en un deporte en el que participé de joven, el remo y otro por mis dos abuelos uno maestro y otro herrero en el famoso astillero que da nombre a la localidad.
Caímos de rebote pues nos dirigíamos a otro restaurante que se encontraba cerrado. Este se le recomendó a Agustin un conocido como lugar de buena y abundante cocina.
De entrada nos situamos en la barra a tomar una cañita y nos enchufaron así sin preguntar dos tapas, un plato de jamón, bastante bueno y una sopa de ajo «cojonuda», la primera toma de contacto buena.
Pasamos al comedor y nos describieron todos y cada uno de los platos del menú del día, por cierto muy atrayente y con un muy buen precio, todo hecho del día y sin concesiones al frigorífico, en fin de semana hay una mayor cantidad de platos y raciones está claro que debido a la demanda.
Nos invitaron a un aperitivo de bienvenida, pudding de cabracho, que en cualquier otro lugar te lo sirven como una ración completa.
De primero ensaladilla, algo que no suelo pedir en los restaurantes, pero se me antojó en esta ocasión. De entrada la ración enorme, desmesurada con ella comen bien dos personas y lo tienen difícil con un segundo plato, muy buena, luego me contaron que el anterior Presidente de Cantabria, Miguel Angel Revilla, se suele acercar por el bar a comer una ración de ensaladilla.
El otro comensal se quedó con buen sabor de la sopa de ajo y decidió repetir, le sirvieron también una enorme sopera para repetir a conciencia. Según su criterio buenísima, y sí era la misma que la que nos sirvieron en la barra doy fe de ello.
De segundo carrilleras de ibérico en salsa acompañadas de patatas fritas. A las carrilleras les faltaba una miaja de reposo, pero estaban muy buenas de sabor y se deshacían, la ración para continuar con la tónica general de la comida también enorme.
El otro comensal tomó croquetas, se las sirvieron de dos tipos, de carne y de queso, probé de las dos y la verdad es que muy buenas y la ración enorme.
Ya con el postre no pudimos, el precio del menú 9€, increíble en todos los aspectos y recomendable. Parece ser que en fin de semana se llena de gente tomando sus afamadas y enormes raciones de entre las que destacan, rabas, rejos, pimientos rellenos, chipirones, carrilleras, ibéricos, quesos manchegos y picones.
Tomás Bretón 9 Bajo 39610 Astillero 942944922
El origen de lugar como sitio especialmente indicado para astillero aparece estrechamente ligado a la figura de Cristóbal de Barros, superintendente de Fábricas, Montes y Plantíos en la costa de Cantabria, a quien Felipe II en el año 1581 encargó una serie de nueve galeones para la defensa de Indias, que han pasado a la historia como los primeros galeones oceánicos de guerra que han existido y que se ocuparían de transporte del tesoro y la escolta de las flotas.
Cristóbal de Barros propuso Felipe II su construcción en «esta canal que llaman de Solía y Guarnizo» justificando esta opción por la riqueza, tanto en cantidades como en calidad, de madera existente en la zona, por ventajas del calado de la canal de Guarnizo para la botadura y amarre de los galeones así como por la protección natural que ofrecía este enclave contra los vientos, temporales y posibles ataques por mar, al estar situado al fondo de la bahía de Santander entonces bien fortificada.
En total durante los dos siglos que siguieron se botaron más de 100 grandes buques para la armada y otros muchos para particulares. A comienzos del siglo XVIII a las gradas del astillero de Potrañes, también conocido como «el de las fragatas», se añadieron nuevas en la zona de la Planchada «astilleros de los navíos» creándose un incipiente núcleo población conocido por barrio del Astillero. La actividad culminó en el último tercio del siglo XVIII al tomar Ferrol el relevo constructor como cabeza del Departamento Marítimo del Cantábrico aunque con altibajos siguió la actividad constructora que definitivamente finalizó en el año 1871 con la botadura de la fragata Don Juan.
Aunque fueron muchos los buques que se botaron en las gradas de los astilleros, dos de ellos, el San Juan Nepomuceno (1766) y el Real Felipe (1731), han pasado la historia de la Marina española por su participación en diversas batallas navales como la de Trafalgar el primero de ellos y la de Tolón el segundo.
El Real Felipe fue el primer navío español de tres puentes; podía armar 114 cañones y fue mayor del mundo en su momento; demostró sus buenas cualidades del combate de Tolón cuando la escuadra combinada franco-española se enfrentó a la inglesa resultando esta última derrotada.
El suceso más destacado en el que participó el San Juan Nepomuceno fue el combate de Trafalgar, hacia dónde salió desde la bahía de Cádiz donde se encontraba anclado el 19 de octubre de 1805 (con casi 700 tripulantes y como navío integrante de la escuadra mandada por el teniente general Federico Gravina). Durante el transcurso de la batalla, que enfrentó a la flota española con inglesa al mando del célebre almirante Horatio Nelson, el San Juan recibió el fuego y la metralla de seis buques ingleses resistiendo hasta que la muerte del brigadier Cosme Damián Churruca obligó a la rendición del buque.