Hemos comido…en la Hostería de Adarzo, una comida de trabajo concertada, una grata sorpresa.
Asistimos a una presentación muy interesante en la empresa Ambar Telecomunicaciones al terminar nos invitaron a una comida en la hostería de Adarzo, un lugar por el que he pasado en un par de ocasiones.
La hostería tiene un parking privado, el aparcamiento por los alrededores esta imposible, todo lo que sea aparcar cerca del parque tecnólogico es tarea titánica, por lo que encontrar aparcamiento a pie de mesa se agradece.
La comida comenzó con unos entrantes a base de ibéricos, lomo y paleta, muy buena calidad y buen sabor. Dado que venía bastante gente a hacer la presentación de fuera de Santander tuvieron el detalle de que la comida girara en torno a la cocina cántabra.
Comenzamos con unas rabas de magano, buenisimas punto perfecto de fritura, justas perfectas de sal y nada aceitosas, muy buenas y recomendables. Causaron sensación entre los comensales de otras autonomías pues lo más parecido que conocían son los calamares a la romana y como todos sabemos no tienen absolutamente nada que ver con nuestras rabas.
Seguimos con unos bocartes rebozados. Exquisitos, si es que a mi me vuelven loco y si encima estan tan frescos como los que nos sirvieron y tan bien hechos resultan deliciosos, otro acierto de nuestro anfitrión.
Merluza en salsa verde. Pues la salsa estaba buenísima, las almejas también y la merluza, a mi no me gusta, pero decidí comérmela. La razón de que no me gusta la merluza es que no me sabe absolutamente a nada (a lo que la acompañe) y a un porrón de años que trabajó mi padre de inspector en unos pesqueros, la había a todas horas en casa. Así que a la hora de tomar partido por este plato no puedo ser objetivo.
Por último, un lomo acompañado de patatas fritas. Una carne de Cantabria excepcionalmente buena, blanda, sabrosa, justa en su punto y acompañada de unas patatas de las buenas. También servían unos pimientos en unas bandejas a parte, para quien quisiera acompañar a la carne. Buenísimo.
Y aquí terminó mi periplo pues se me hizo tarde y tuve que irme sin quedarme al postre, pero la comida fue excepcional.
Hemos comido…en la Hostería de Adarzo, es una moderna instalación hostelera con todos los servicios. Sita a kilómetro y medio del centro de Santander.
El día 1 de agosto de 2.009 reservamos mesa en la hostería, éramos cuatro comensales. Antes de entrar tomamos unos vinos y unas cervezas en la barra, pues como la mayoría de las veces somos los primeros.
Pedimos el menú Semana grande, creo que se llamaba así y que constaba de langostinos frescos de Huelva cocidos, me gustaron mucho, estaban en un punto perfecto de cocción y acompañados de sal gorda, empezamos bien.
A continuación nos sirvieron unas rabas también bastante buenas y con muy buen punto.
Seguidamente dos caparazones de centollo rellenos al horno, Changurro solemos llamarlo por estos lares a esta manera de preparar en centollo, este fue el plato que menos gracia me hizo, demasiado suave casi sin sabor cosa extraña en un plato como este.
A continuación nos sirvieron un sopa de melón con virutas de jamón, muy sabrosa, el melón muy dulce, le pegaba perfectamente las virutas de jamón.
Como plato fuerte del menú un Oyocantaro, anteriormente nos habían preguntado de que manera le queríamos, cocido, plancha o caldereta, optamos todos por la plancha. El oyocantaro estaba perfecto de punto de plancha, pero el tamaño era mediano tirando a pequeño, la verdad es que de sabor y de plancha perfecto.
Comimos con un Albariño Agnus Dei (Cordero de Dios) para el que no estudio latín en el bachiller, un vino amarillo oro pajizo de intensidad media. Aroma de buena intensidad, con recuerdo de hierbas mentoladas y también fruta blanca madura (manzana). En boca muestra buena estructura, acidez viva, frescor, buena fruta y un buen final.
Pasamos a los postres que fue lo más flojo del menú, Tiramisu, muy pero que muy flojo de sabor, y parecía mas un flan desgarbado que este postre tan sabroso, una tarta de queso que sabia a limón que mataba, (si hay algo que odie es el sabor a limón en los postres y el sabor a laurel en las comidas, a no ser que sean unos callos al laurel o un helado de limón por poner dos ejemplos), también nos sirvieron una tarta de chocolate que esta si estaba bien.
El único tono negativo de la cena fue la predisposición de los camareros a hacer valer su criterio, de entrada hubo un rifirrafe con el aire acondicionado, las dos acompañantes se quejaron y al final nos cambiaron de lugar pero no muy por las buenas, a una señora que estaba al lado se quejo de lo mismo y la respondieron que «era lo que había», también con los postres, que queríamos tres pero se empeñaron en servir cuatro por que «lo habíamos pagado con el menú» y al final una pequeña diferencia entre chupito y copa.
En lo referente al servir sin problemas, el servicio perfectamente atento. Las instalaciones perfectas. Un sitio a tener en cuenta dentro de la oferta gastronómica cántabra.
Nos reciben en una pequeña terraza y nos llevan hasta nuestra mesa, con mucha amabilidad nos traen la carta, indicándonos platos de fuera de la misma. Es una antigua casa, entre rústico y clásico, muy bien reformada, y estamos en un comedor con una cristalera que da al aparcamiento, con bastante madera. Por cierto la cristalera, al igual que todo, da gusto de lo limpia que está. Tienen 5 mesas vestidas con mantel color champagne y cubre blanco.
Adarzo 68 Santander 39011 942332311