Ayer nos juntamos una buena cantidad de conocidos, amantes del vino en todas sus expresiones (Asociación Profesional de Sopladores y Levantadores de Vidrio), en torno a la oferta que puso a nuestra disposición Carlos del Portillo (Ánfora).
La muestra fue una perfecta representación de la mayoría de las regiones españolas.
Descubrimos que no todo Dominio De La Vega lo elabora una secta satánica, hay vida en los Reserva Especial y Cuvée Prestige.
UnCulín, vino del Bierzo blanco, un vino fresco, amable y ligero.
Amillo nos muestra su particular vermut para todas las horas, Vermut Reserva Especial, con un fuerte sabor a PX pero robando dulzor a la uva y dándole un gran retrogusto a regaliz. Imprescindible para cualquier vermuteca, que amplía la hora del vermut a todo el día y que convierte este vino en un complemento de sobremesa.
Nos encontramos en tierras sorianas, concretamente en Matanza de Soria, una pequeña aldea al comienzo de la Denominación de Origen Ribera del Duero, que resiste todavía y siempre al invasor. Una tierra de viñedos centenarios que marca una gran diferencia en sus vinos. La Loba, uvas procedentes de viñedos centenarios y la gran mayoría prefiloxéricos, un vino envolvente, de fruta golosa, de tanino sedoso, un vino alegre que explota en la boca.
Nunca he sido un gran amigo de las dos grandes D.O. españolas Rioja y Ribera, pues en las dos había una gran homogeneidad en sus vinos, primando un gusto muy de épocas pasadas que encasilló este tipo de vinos. La bodega que me sacó esta idea de la cabeza en la zona de Ribera fue Figuero, unos vinos con una impronta diferencial del resto de la D.O. y que resulta una sobresaliente realidad de la situación actual de esta zona.
Nos presentaron dos Riesling de la bodega Moselland. Primero un Trocken, más seco, sabroso y de paso suave, fresco, con una buena acidez, un perfecto mañanero o aperitivo y para terminar la comida un dulce Süs. Cualquiera de los dos “se deja beber”.
El siguiente en visitar fue Pontellón un Albariño procedente de una finca de Vilachán, en Pontevedra. De nariz limpia, potente y con notas cítricas y frutales. Nos lo presentó el representante de Adegas Tollodouro en esta feria de una manera sencilla y amena, fue un auténtico placer.
Ron añejo Nº0, un ron guatemalteco (Guatemala origen del ron, según los guatemaltecos, preguntémosle a un cubano, o a un venezolano, etc…), destilado de caña, envejecido en barrica de roble americano y francés, envinadas en Bourbon. Rebaje del grado alcohólico con agua desmineralizada por ósmosis inversa para llegar al grado de consumo y posterior filtracion para llegar a la transparencia y la brillantez que requiere el producto final: un ron para beber a pelo.
Llegamos a la apoteosis (para mí), escondido en la esquina final del local Philippe Cesco, buen amigo, con dos champagne a sus espaldas, Marteux Brut Millesime y Marteaux Brut Réserve. Para habernos quedado a vivir en este expositor.
Pegados a la puerta algo muy especial para mí y cotizado como uno de los mejores exponentes del aceite español, Castillo de Canena, siempre presente en mi casa y desayuno de una parte de la familia.
Hubo más cosas, por supuesto, unas probamos y otras no por unas causas u otras, pero jornadas como esta, donde se ponen en valor vinos muy conocidos y vinos poco conocidos, donde nos reunimos gente que solo nos vemos en estas ocasiones y nos ponemos al día de cotilleos, descubrimientos, lugares y un largo etc. de eventos. Solo me queda agradecer a Carlos del Portillo por su buen hacer en esta materia y darle las gracias por deleitarnos con este 4º Encuentro de los amigos de Ánfora.
A partir de aquí todo me resulta confuso y me he despertado delante del ordenador con este texto escrito…………………………………………