Hemos Comido…en el Palacio de Guevara en Treceño, una auténtica casona montañesa perteneciente al grupo Bucolic y a sus hoteles con encanto.
El hotel Palacio Guevara es un palacio montañés del siglo XVIII restaurado como establecimiento de turismo rural, respetando el encanto de antaño con unas modernas instalaciones.
El restaurante esta integrado en el hotel, muy cuidado y con una buena decoración a modo de casona de piedra muy al uso de lo que existe por estos lugares. Mesas muy bien puestas en un entorno cálido y acogedor a pesar de estar practicamente lleno cuando me fui.
 |
 |
 |
 |
 |
 |
 |
 |
Os dejo unas fotos del los lugares comunes del hotel pues el sitio merece la pena, una maravilla de la arquitectura cántabra, la rehabilitación ha respetado la mayoría del edificio.
El Hotel Palacio Guevara cuenta 15 habitaciones dobles y una suite. Todas ellas estan decoradas de formas y colores diferentes.
 |
 |
 |
 |
El comedor tiene tres espacios distintos, un privado más pequeñito, otro general mayor y un segundo comedor menor que el principal, situado a la entrada de la cocina. En este último me senté yo.
Tiene un menú al que me apunté con un precio de 25€ en el que eliges dos platos y un postre de la carta. Existen unos platos marcados con una B en la carta que no entran dentro de este menú. La carta de vinos es bastante extensa un pequeño librito con cantidad de denominaciones de origen españolas y extranjeras, yo en esta ocasión no tomé vino dado que tenía que volver de inmediato a Santander y no tenía ganas de que me saliera cara la comida.
 |
 |
 |
 |
 |
 |
 |
 |
La comida comenzó con un aperitivo bienvenida consistente en una crema de hongos con chispas de jamón. Una rica crema con un marcado sabor a boletus, una consistencia típica de estas cremas y uno trozitos fritos de jamón. Muy bueno el entrante.
A continuación me sirvieron el primer plato del menú, arroz caldoso con vieriras y langostinos. Un rico arroz con un punto caldoso y con algo que no suele verse en la mayoría de los restaurantes: una vieira entera. Habitualmente suelen servir el tronco de la vieira y a mí me gusta todo, no me explico por qué en la mayoría de los sitios no lo sirven de esta manera. El arroz venía acompañado de unas gambas y algún trozo de calamar. Suave de sabor, me gustó bastante.
De segundo plato tomé albóndigas de merluza, en una rica salsa, se notaba un toque de chalota. Fueron el plato estrella de esta velada, muy jugosas y no hechas puré como suelen hacerlas en la mayoria de los lugares, muy buenas.
Me encantó el postre una espuma de queso y frutos rojos, servida en copa. Genial el contraste ácido de los frutos rojos, también me gustaron unas migas de sobao que acompañaban el copete del postre, estas estaban un poco tostadas y añadían una textura diferente al conjunto.
El lugar merece la pena, el precio es bueno, el servicio es eficiente, la mano de Iván Saa se nota en la cocina. En breve volvemos seguro.
