Hemos Comido…en Somo gracias al buen criterio de Jaime que nos lo recomendó, ha sido todo un descubrimiento aunque ya había tomado alguna ración en este lugar.

Somo es una población situada enfrente de Santander al otro lado de la bahía famosa por sus enormes y bellísimas playas con una calidad de arena inmejorable. Las playas de Somo dan a la parte interna de la bahía por un lado, el Puntal y por otro a mar abierto las Quebrantas donde es famosa para todos los surferos de España por las olas que en ese lugar se generan.

Somo ha sido tradicionalmente un destino turístico veraniego, por sus playas y por qué bastante gente de Santander tiene casa veraniega en esta plaza, al estar muy cerca de la ciudad y muy bien comunicada por un servicio regular de lanchas las predreñeras «Los Reginas». Lugar muy concurrido en verano, muchísima gente que viene de veraneo a Cantabria aprovecha un día para ir a la capital y coger la lancha que atraviesa la bahía que como destino final tiene Somo, y así hacer comida en este lugar.

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Agosto 2011. El restaurante ya lo conocía pues en varias ocasiones nos habíamos acercado a tomar alguna ración, pero siempre en invierno. Éramos cuatro y teníamos mesa reservada, nos acercamos en coche desde Santander, nada veinte minutos. El restaurante se encuentra en una de las bocacalles de acceso a la playa de las Quebrantas, de las que toma el nombre. Nada más entrar nos dimos cuenta que el restaurante estaba bastante concurrido y que a la entrada había un cartel con el pescado del día, lubina, jargo, rodaballo. etc.

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Rápidamente nos instalaron en el comedor, nos tomaron nota de la bebida en esta ocasión comimos todos con cerveza y nos dejaron pensar la comanda. La realidad es que la mayoría de la comida giraba en torno al pescado y nos cantaron una larga retahíla de peces en los fueras de carta, lógico pues no todos los días se pesca lo mismo.

Decidimos compartir dos entrantes y aquí empezamos con la polémica del día: almejas a la marinera. Como es la salsa marinera, yo entiendo que es similar a una salsa verde, aceite, ajo, guindilla , algo de harina y perejil. Así lo llamaba mi abuela, mi madre y la Chola, donde las llevo comiendo desde que tengo uso de razón y la Chola cumplió el año pasado 82 años. La otra manera es con pimentón, que yo siempre he conocido como castellana, que así las hacia mi otra abuela oriunda de Palencia. La primera vez que las tomé con pimenton en un restaurante fue en la Posada del Mar, que pedimos unas almejas a la marinera y me las sirvieron de esta guisa pregunté y me lo confirmaron. Como no tenía ganas de música y en todo caso era un error de concepto lo deje pasar, pero últimamente veo que en varios lugares a la marinera lo llaman cuando están hechas con pimentón.

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De cualquiera de las maneras las almejas estaban de impresión, una almeja terciada de buen tamaño originaria de Pedreña hecha «A LA MARINERA» con ajitos, guindilla y perejil y un sabor como el que aporta la almeja de Pedreña a este guiso de nuestra bahía, y que no es capaz de asemejarse ningún otro tipo de almeja.

Y como habían dicho la palabra mágica «BOCARTE» no hubo ningún tipo de discrepancia en la elección del segundo entrante, un bocartito pequeño bien frito de los que te comes de dos bocados con espina y todo. Una delicia, el Cantábrico a tu boca, a mí me supieron a gloria.

Por cierto nos desfiló por delante una langosta que no pude resistirme a fotografiar y que está dentro de las fotos de la comida. La mesa que se la comió no se cortó un pelo a la hora de pedir, vamos que se dieron un buen homenaje.

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Y dentro de los segundos, dos tomamos bonito a la antigua usanza, rodaja de bonito a la plancha y bastante hecha, a la manera tradicional muy bueno, acompañado del típico tomate y cebolla crudo, plato de temporada. A día de hoy me gusta bastante más, menos hecho, pero tradicionalmente se ha hecho bastante de ahí que se diga que el bonito es un pescado muy seco, de todas maneras muy buen sabor y muy ricooooooo.

Otro de los comensales tomó sapito del que probe un trozo, sapito es un rape pequeño como de raccion. Al  margen de ser uno de mis pescados favoritos este estaba en un punto increíblemente bueno,dejando de lado mi percepción del plato el comensal coincidía conmigo en lo exquisito del mismo.

Y el otro comensal tomó rodaballo, una buena y fresca pieza de la que no tengo datos pero por el aspecto puedo decir que era inmejorable.

De postre tomamos potpurrí de postres muy bueno, todos ellos caseros.

En resumen, el lugar se caracteriza por una producto recién salido del mercado de una frescura innegable, un servicio atento, amable y muy saleroso. Las instalaciones de acuerdo con las características del local. Y por último una relación calidad precio innegablemente buena.

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Por El Mule 

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