Hemos Comido…en Comillas un restaurante por el cual había pasado por delante en cantidad de ocasiones, pero nunca se había dado la ocasión hasta el pasado viernes.

 Junio 2017. Si hay algo que define a la Marisquería Adolfo  es cocina marinera tradicional de calidad, guisos de costa y pescados y mariscos de primera, vivitos y coleando.

Cantabria Comillas Marisqueria Adolfo

Con unos viveros a la vista donde se concentra una buena oferta de marisco vivo: cigala, centollo, masera, bogabante, nécora, etc. 

Cantabria Comillas Marisqueria Adolfo

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Disponen de una amplia carta de vinos nacionales, con intención de internacionalizarla debido a la demanta sobre todo estival de vinos extranjeros por parte de los turistas. Los vinos se almacenan en una bodega de reciente creación perfectamente dotada y acondicionada donde reposan los caldos a la espera del cliente, algo que no suele ser habitual. En muchos restaurante se acopia vino, pero no se almacena en condiciones lo que da lugar a que mucho se estropee o que sencillamente cuando lo pides no se encuentre en su mejor momento.

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En esta ocasión me apetecía comer en la terraza, quizás por la ausencia de viandantes por los alrededores, además hacía un día nublado con una temperatura agradable y se estaba muy a gusto al aire libre.

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La carta está enfocada a los productos del mar, es bastante extensa e incluye algún que otro guiso de cuchara, algo que, por cierto, ese día me apetecía.

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Mientras me pensaba la comanda me sirvieron unas patara fritas por ellos que en cuanto las vi se me encendió la luz y pensé: «Aquí voy a comer bien». Alguien que hace unas patatas fritas como estas lo tiene que hacer todo bien. Unas patatas bien fritas, sin gota de aceite en el plato y con su justo punto de sal; todas se te hace pocas, una gozada de toma de contacto.

Cantabria Comillas Marisqueria Adolfo

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Enseguida me tomaron nota y me preguntaron por la bebida. Debido a que el retorno a casa era en coche pregunté por si tenían algun vino espumoso por copas y me contestaron que dos: un moscato y un Blanc Pescador, un vino del que no oía hablar hace una friolera de años.

Blanc Pescador nace en 1967, a orillas del Mediterráneo. Un vino blanco con un sutil punto de aguja obtenido gracias a una segunda fermentación natural. Un vino elaborado con macabeo, parellada y xarel·lo, fresco, amarillo verdoso aromático y un perfecto acompañante de pescados y mariscos. Un vino al que le cogió el gusto mi madre en un viaje a Cadaqués y que le acompañó durante mucho tiempo.

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Comencé por algo que me apetecía mucho. Los viernes son mi día favorito, después de toda la semana a frutas, verduras y poco más los viernes me escapo de comida a un sitio que eligo a lo largo de la semana y lo que me apetece sobre todo es guiso de puchero, comida contundente para olvidarme de la tristeza semanal.

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El comienzo fueron unas alubias con corzo. Las alubias estaban espectaculares, un fondo de caldo sabroso y potente, unas alubias blancas pequeñitas, pura mantequilla y un subido sabor a guiso de montaña; con un buen compaño donde me horrorizó en un principio la visión de un trozo de morcilla de año, pero que luego resultó comedido el sabor que aportaba al guiso.

Si hay algo que no me guste en un cocido es la morcilla de año pues habitualmente eclipsa cualquier otro sabor, no era el caso y disfruté de las alubias como un cerdo en un patatal.

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A partir de aquí me aconsejaron tomar dos medias raciones pues aquí son bastantes generosas, también por que había dado buena cuenta de toda la fuente de alubias que me habían servido .

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Otro guiso muy tradicional de costa y del que éramos asiduos en casa de mis padres, los maganos guisados. Un guiso donde se coloca cebolla y pimientos y se pochan juntamente con los maganos, calamares o cachón. Algo que si era sábado a eso del mediodía se empezaba a cocinar en casa para que estuvieran para eso de la una y media o dos, a fuego muy lento.

Un sabor peculiar, recuerdo de la casa de mis padres y tambien muy presente en la de mis abuelos, y como tal el sabor resultaba practicamente idéntico al recuerdo de este guiso, ni que decir tengo que me supieron a gloria y me trajeron muy gratos recuerdos de horas observando a traves del cristal que cubría la sarten como se iban pochando poco a poco las verduras y los calamares, una espera eterna.

Cantabria Comillas Marisqueria Adolfo

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Y como segunda media ración la palabar mágica: bocarte. Rebozados y acompañados de esas patatas que ya me habían presentado al comienzo de la comida; también se acompañaban de lechuga y cebolla, una de las pocas veces que agradezco una ensalada, con los bocartes es algo que me gusta bastante, pero ha de ser como esta, lechuga, cebolla, un comedido aceite y vinagre, pero vinagre añadido con generosidad, tirando a derroche.

Cantabria Comillas Marisqueria Adolfo

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Al terminar los bocartes ya me encontraba en pleno proceso de invernación y resulta que en la carta tenían toda una serie de postres caseros, a los que me resultó imposible hacer frente, excepto a un refrescante sorbete de mandarina que también me costó terminar por muy refrescante que fuera.

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Un lugar donde tiene una mención especial la atención y la amabilidad, el personal de sala pregunta como ha estado cada plato y está atento a todo lo que demande el comensal, mucha efectividad y sobre todo muchas ganas de hacer bien las cosas, el lugar merece la pena.

Por El Mule

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