Hemos Comido…en Selores, que se ha convertido en un referente y un habitual de la zona.
La mayoría de las visitas a la zona de Cabuérniga conllevan dos paradas, una en Segis y habitualmente terminamos comiendo en Selores.
Selores es un remanso de paz donde el tiempo se detiene y casi siempre nos reservan la misma mesa, la que más nos gusta, a la entrada del restaurante desde donde ves qué raciones pasan al comedor y desde donde se mantiene una temperatura regulada por el callejón de entrada, siempre fresco.
Comenzamos con un pisto de la huerta de al lado. Al dente, perfecto, sabor a raudales, un entrante detalle de la casa.
A continuación, unas croquetas aptas para celiacos de jamón de tudanca, las bordan en todos los aspectos.
Cocochas con pimientos. Para mí una de las mejores elaboraciones de cocochas que he tomado. La cococha todo gelatina, todo colágeno, y los pimientos extraordinarios, galácticos. Una ración para ponerla en un cuadro.
Arroz con rabo de tudanca. Salvaje, sabor a carne, una auténtica delicia. La ración, que nos pareció pequeña, resultó que tenía fondo, una ración muy generosa. Un arroz muy similar a los arroces de caza.
Al final logré tomar la costilla de tudanca. Genial, deliciosa, al igual que el arroz un sabor que te inunda las papilas fruto de una cocción lenta. La salsa es de esas potentes que no olvidas y que saben de verdad a carne. La ración venía con algo de grasa, que es lo que le imprime gran parte de sabor, pero con fácil solución, muy marcada se retira fácilmente. Tras meses de espera esta ha valido la pena.
Todos, del primero al último, han sido platos estrella, pero las cocochas y la costilla brillaban con luz propia.
Dos postres, uno de ellos un crumble de manzana, del otro no me acuerdo del nombre.