Hemos Comido…en El Desván con nuestra guisandera favorita. Si entre las visitas anteriores pasó más tiempo, con esta lo acortamos al máximo ya que nos gusta cada día más.

Octubre 2018. Tanto nos gusta porque hace una cocina honesta, de temporada, centrada en el producto. Se pasa el día dándole vueltas a las cosas para incluir novedades, en esta ocasión dándole una vuelta de tuerca a las gambas al ajillo y como aperitivo nos sirvió las de la fotografía inferior, una manera diferente de ver las gambas al ajillo, por cierto buenísimas.

El Desvan restaurante Santander

Nos recomendó los langostinmos tigre y le hicimos caso, tomamos media docena. Con un punto de cocción perfecto, de sal también y servidos un poco tibios, como a mí me gusta tomar el marisco cocido, recién hecho. Es una variedad de langostino salvaje, son capturados en aguas de Mozambique y Angola, con sus particulares condiciones que hacen que el langostino adquiera un sabor mas subido que el habitual . Es de gran tamaño y se caracteriza, como su propio nombre indica, por las franjas transversales que recorren su caparazón. Su carne es firme y de sabor acentuado a marisco. Una elección recomendable.

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Continuamos con unos bocartes a la plancha. Bocarte de buen tamaño planchado por su cara interior y prácticamente virgen en su cara exterior, deliciosos como siempre que comemos bocartes aquí.

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Yo tomé unos maganos a la plancha, los últimos de la temporada. De tamaño justo y planchados de primera, brutales. El magano es, para mí, el rey de la temporada, su sabor es realmente a mar y siempre que puedo (por que los haya o por que se puedan pagar) procuro no perdérmelos. Estos estaban especialmente recomendables, una pena que ya no haya más de similares características.

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Tomamos unos caricos con centollo. Un mar y montaña que ya había probado en otras ocasiones, pero la mano de esta guisandera es única para este tipo de elaboraciones y los caricos estaban espectaculares.

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Para acabar tomé media ración de asadurilla. Todo lo que sea guiso aquí merece la pena, y la asadurilla, que lleva su complejidad, no iba a ser menos.

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De postre milhojas de crema para mi acompañante celiaca.

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Para mi mousse de limón y chocolate blanco.

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Como siempre acabamos en este lugar muy satisfechos en todos los aspectos, el precio es muy bueno, las raciones son generosas, el producto es de lo mejor y los guisos los bordan.

El Desvan restaurante Santander

Por El Mule

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